miércoles, 9 de marzo de 2011

Ayer, hoy , mañana y todos los días: DÍA DE LA MUJER.


El 27 de agosto de 1910, más de un centenar de mujeres de 17 países diferentes asistieron a la Segunda Conferencia de Mujeres Socialistas que tuvo lugar en Copenhague, Dinamarca. Estas delegadas —reunidas para luchar por un derecho fundamental, que actualmente nos parece casi "natural": el voto— establecieron el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer

En 1975 las Naciones Unidas establecieron el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer. Desde entonces mucho camino ha recorrido el movimiento de mujeres con viejas y nuevas luchas; problemas viejos y nuevos... encarados cada vez con mayor energía, legitimidad y convicción para afirmar el derecho a la ciudadanía plena y a la participación en igualdad de condiciones, en todos los ámbitos.

¿Pero por qué se eligió el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer? Los antecedentes históricos no son muy claros. Sin embargo, se supone que dos hechos ocurridos en la ciudad de Nueva York, EE.UU., fueron el motivo de inspiración para elegir esa fecha. El primero tuvo lugar en marzo de 1857, cuando miles de mujeres trabajadoras marcharon hacia los barrios adinerados en protesta por sus miserables condiciones laborales.

El segundo hecho ocurrió en 1908. Unas cuarenta mil costureras industriales se declararon en huelga en demanda de mejores salarios, reducción de la jornada laboral, abolición del trabajo infantil, derecho a unirse a los sindicatos, entre otros reclamos. Los dueños de la fábrica Cotton Textile Factory encerraron a sus empleadas para que no pudieran unirse a la huelga. Y fue entonces cuando se desató un incendio que acabó con la vida de más de cien trabajadoras.

Ante las diferentes lucha de generos, de clases ,etc,etc...leer atentamente las palabras del NOBLE DALAI LAMA:

Nuestros problemas se deben a un apego apasionado a las cosas y a deseo que nunca se satisfacen por completo, entonces generan aún más angustia. Percibimos a las cosas como entidades permanentes. En el empeño de conseguir estos objetos de nuestro deseo, empleamos la agresión y la competencia como herramientas supuestamente eficaces, y nos destruimos cada vez más en el proceso.

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