miércoles, 8 de septiembre de 2010
PRIMAVERA (acercándose)
Leyendas Mapuche
DOMO Y LITUCHE
Hace infinidad de lluvias, en el mundo no había más que un espíritu que habitaba
en el cielo. Solo él podía hacer la vida. Así decidió comenzar su obra cualquier
día.
Aburrido un día de tanta quietud decidió crear a una criatura vivaz e imaginativa, la
cual llamó "Hijo", porque mucho le quiso desde el comienzo. Luego muy contento
lo lanzó a la tierra. Tan entusiasmado estaba que el impulso fue tan fuerte que se
golpeó duramente al caer. Su madre desesperada quiso verlo y abrió una ventana
en el cielo. Esa ventana es Kuyén, la luna, y desde entonces vigila el sueño de los
hombres.
El gran espíritu quiso también seguir los primeros pasos de su hijo. Para mirarlo
abrió un gran hueco redondo en el cielo. Esa ventana es Antú, el sol y su misión
es desde entonces calentar a los hombres y alentar la vida cada día. Así todo ser
viviente lo reconoce y saluda con amor y respeto. También es llamado padre sol.
Pero en la tierra el hijo del gran espíritu se sentía terriblemente solo. Nada había,
nadie con quién conversar. Cada vez más triste miró al cielo y dijo: ¿Padre,
porqué he de estar solo?
En realidad necesita una compañera -dijo Ngnechén, el espíritu progenitor.
Pronto le enviaron desde lo alto una mujer de suave cuerpo y muy graciosa, la que
cayó sin hacerse daño cerca del primer hombre. Ella estaba desnuda y tuvo
mucho frío. Para no morir helada echó a caminar y sucedió que a cada paso suyo
crecía la hierba, y cuando cantó, de su boca insectos y mariposas salían a
raudales y pronto llegó a Lituche el armónico sonido de la fauna.
Cuando uno estuvo frente al otro, dijo ella: - Qué hermoso eres. ¿Cómo he de
llamarte? . Yo soy Lituche el hombre del comienzo. Yo soy Domo la mujer,
estaremos juntos y haremos florecer la vida amándonos -dijo ella-. Así debe ser,
juntos llenaremos el vacío de la tierra -dijo Lituche.
Mientras la primera mujer y el primer hombre construían su hogar, al cual llamaron
ruka, el cielo se llenó de nuevos espíritus. Estos traviesos Cherruves eran
torbellinos muy temidos por la tribu.
Lituche pronto aprendió que los frutos del pewén eran su mejor alimento y con
ellos hizo panes y esperó tranquilo el invierno. Domo cortó la lana de una oveja,
luego con las dos manos, frotando y moviéndolas una contra otra hizo un hilo
grueso. Después en cuatro palos grandes enrolló la hebra y comenzó a cruzarlas.
Desde entonces hacen así sus tejidos en colores naturales, teñidos con raíces.
Cuando los hijos de Domo y Lituche se multiplicaron, ocuparon el territorio de mar
a cordillera. Luego hubo un gran cataclismo, las aguas del mar comenzaron a
subir guiadas por la serpiente Kai-Kai. La cordillera se elevó más y más porque en
ella habitaba Tren-Tren la culebra de la tierra y así defendía a los hombres de la
ira de Kai-Kai. Cuando las aguas se calmaron, comenzaron a bajar los
sobrevivientes de los cerros. Desde entonces se les conoce como "Hombres de la
tierra" o Mapuches.
Siempre temerosos de nuevos desastres, los mapuches respetan la voluntad de
Ngnechén y tratan de no disgustarlo. Trabajan la tierra y realizan hermosa
artesanía con cortezas de árboles y con raíces tiñen lana. Con fibras vegetales
tejen canastos y con lana, mantas y vestidos.
Aún hoy en el cielo Kuyén y Antú se turnan para mirarlos y acompañarlos. Por eso
la esperanza de un tiempo mejor nunca muere en el espíritu de los mapuches, los
hombres de la tierra.
Fuente: Del libro "Monitores Culturas Originarias". Área Culturas Originarias. División de Cultura. Mineduc.
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