El sábado hubo clase de entrenamiento con el SÍFU JOSÉ VILCARROMERO, instructor principal de nuestra Escuela, el clima nos acompañó con una hermosa tarde y con la minuciosa dedicación al detalle de las técnicas a realizar recibimos las indicaciones de nuestro Maestro.
LA DISCIPLINA que requiere practicar ARTES MARCIALES no es fácil de mantener en el tiempo, la constancia sumada a la superación de aquellas complicaciones que nos suele presentar la vida, hace de esta práctica un camino sinuoso; pero si se sabe caminar a paso firme se entra en un círculo virtuoso.
Tal vez no haya nada demasiado brillante para mostrar a los ojos de un descuidado, pero se aprende a percibir el encanto de estar vivo y disfrutar de las cosas, por eso ese dolor físico más el cansancio luego de una clase especial como son la de los sábados es simplemente eso: un dolor físico, que al superarlo nos fortalece...esa sensación tan reconfortante de SENTIRSE INVENCIBLE al menos por unos momentos.
No es poca cosa, en un mundo con tantos sufrimientos y malestares de todo tipo.
Lamentablemente no es el momento más esplendoroso de mi grupo de Kung Fú(en cuanto a cantidad de practicantes) pero los que estamos recibimos las enseñanzas con auténtica energía y finalmente nos vamos con una sonrisa a casa...¿hace cuanto que no te sonreís con ganas?
Igualmente a la llegada del SÍFU al parque, hay que sumar alumnos de otros intructores y EL CHI que se genera es PODEROSO.
Muchas gracias SÍFU JOSÉ VIULCARROMERO por su visita y por sus palabras finales.
LA LEALTAD Y LA AMISTAD son valores que ud me hizo apuntalar, gracias a DIOS en mi familia siempre fueron valores a tener en cuanta, pero ud reforzó a los largo de todo este tiempo.
lunes, 14 de septiembre de 2015
sábado, 5 de septiembre de 2015
El Lama y el monje
Era un anciano Lama y su joven pupilo. Vivían en un apartado y minúsculo santuario.
El monje era un verdadero desastre y, por su falta de atención, realizaba las actividades indolentemente y con ninguna precisión. El tiempo pasaba, pero el Lama nada le decía, aunque se daba perfecta cuenta de la negligencia del monje.
Como era un pequeño monasterio y sólo había un cuarto, los dos dormían en la misma habitación.
El joven monje no limpiaba ni siquiera el pequeño cuarto, cada día el suelo estaba más sucio. De repente, una noche, el anciano Lama se levantó, agarró la escoba y se puso a barrer, casi de madrugada, el suelo del cuarto.
El monje se despertó y medio dormido vi lo que estaba haciendo el anciano Lama; pero se acurrucó en su almohada y volvió a dormirse. Pero a la siguiente madrugada, el Lama repitió la operación y a la siguiente otra vez y así sucesivamente, noche tras noche.
Pasaron varias semanas. Una noche, cuando el Lama abrió los ojos y se dispuso a barrer, vio que el novicio la estaba barriendo y así procedió durante la noches siguientes, hasta que el Lama le dijo:
-Querido mío, también puedes barrer de día. No es necesario que lo hagas de noche.
Desde aquel día el novicio acostumbró a asear cuidadosamente todo el pequeño monasterio.
Conclusión:
Cuando alguien haga algo mal, ponte a hacerlo bien, en lugar de perderte en censuras y/o reproches. Tal vez así reaccione: POR VERGUENZA, MIMETISMO O AMOR PROPIO.
Este cuento corto creo que es propicio para estos tiempos que corren, donde notamos que falta amor y dedicación en muchas tareas a realizar, y fundamentalmente a la falta de LEALTAD en las personas.
Pero aun actuando de la manera en que se manejó el ANCIANO LAMA, a mucha gente le falta verguenza, mimetismo y amor propio....pues entonces es preferible vago conocido que vago por conocer, y seguir haciendo el camino propio sin importar la indolencia ajena.
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