Hemos definido al espíritu como una entidad fluida y vaporosa, pero no abstracta e indefinida, sino que es real y que en algunos casos puede hacerse ver o sentir por los sentidos de la vista, el oído o el tacto.
Digamos también que que el estado natural propio del espíritu es de libertad, y que ese estado cambia desde el preciso momento en que se encarna el cuerpo, situación que lo limita de manera considerable, pues el cuerpo actúa como una especie de celda, torpe, grosera, que no hace sino obstaculizar las posibilidades de acción del espíritu.
Así, para el ser humano, la única posibilidad de crecimiento moral, de elevar la pureza de su espíritu , es a través de las buenas acciones, del trabajo y el sacrificio del cuerpo.
Para los artistas marciales esto es de capital importancia, toda vez que consideramos estas artes como un medio de superación y crecimiento, como una forma de ir eliminando impurezas del alma, impurezas que están constantemente alimentadas por el gran sentido de lo material o la permanente confrontación de pensamientos buenos con pensamientos malos que rodean la vida del hombre.
Es bueno, sin embargo, aclarar a qué nos referimos con sacrificio.
En la abundancia no se crece ni se aprende. Sobradas muestras hay de que en los momentos críticos, en el sumo padecimiento, en los dolores más intensos, cuando somos puestos a prueba es cuando podemos experimentar los mayores avances.
Esto tiene una relación directa con el cuerpo, con la envoltura material del espíritu, pues cuando esta envoltura no es preeminente, cuando deja de ser lo primordial, el espíritu gana algo de libertad y ejerce en mayor medida su potestad, haciéndonos, en consecuencia, evolucionar.
Los años de la vida terrena son pues para el hombre una dura prueba a superar, y debe hacerlo transitando la vida día a día, aprendiendo. Nuestro cuerpo es al mismo tiempo elemento y herramienta imprescindible. Como tal, debemos cuidarlo y exigirlo en todas sus posibilidades, sin perder de vista nuestra misión, tan severa como loable, cual es la purificación del alma puesta al servicio del bien.
Evaluar determinados aspectos que hacen a lo espiritual suele ser una intrincada cuestión para el ser humano, que tan apegado está a la materialidad de la vida, que le resulta lejano todo aquello que no pueda palpar. En esto reside la dificultad del camino.
Por ese motivo las artes marciales son una ajustada forma de encarar una transformación profunda y consciente de nuestra vida, que sólo será dable alcanzando una apropiada e ineludible calidad de elevación espiritual.
Extractado del libro PENSAMIENTOS DE UN ARTISTA MARCIAL, autor DANIEL ANTONIO SPINATO.
Editorial mr-ediciones.
Muy importante para tener en cuenta y reflexionar, sobre todo en los momentos en que una lesión u operación nos deja aparentemente fuera de los entrenamientos de nuestro ARTE MARCIAL.
Lamentablemente a muchos alumnos, tanto en los años en que fui alumno y en que los que soy instructor, suelen abandonar ante las dificultades presentadas por las lesiones o las dificultades propios del entrenamiento o de la técnica propia de nuestro ARTE MARCIAL.
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