Bienaventuranza (también llamada macarismo) es en la Biblia un género literario con más de un centenar de ejemplos, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Tiene antecedentes en escritos de otros pueblos, en especial de Egipto. Se recurre a este género para expresar una «felicitación» a las personas que, por tener una dada cualidad o mantener una forma de conducta grata, están ligadas con «el Dios que da la vida».
Cuando en la Biblia se proclama una «bienaventuranza» o su opuesto, no se busca pronunciar ni una «bendición» que proporcione la felicidad, ni una «maldición» que produzca la infelicidad, sino exhortar, sobre la base de la propia experiencia de felicidad, a seguir los caminos que conducen a ella. Sin embargo, este género literario experimentó una evolución lenta a través del Antiguo y del Nuevo Testamento, que fue de los bienes meramente terrenales a los llamados «bienes eternos».
Dentro del elevado número de sentencias que constituyen este género literario, quizá las más célebres sean las ocho con que comienza Jesús de Nazareth el SERMÓN DEL MONTE (Mateo 5:3-11).
Creo firmemente en el PODER de las palabras al relacionarlas con su significado, considero oportuno en los tiempos de corren, que nos podamos sentir BIENAVENTURADOS.
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